ASOCIACION BANKO

La "Asociación Banko" en la prensa

SOLIDARIDAD Un cambio radical de perspectiva

Indigentes del banco bueno

  • Parados y sin techo acogidos en Sevilla crean la Asociación Banko

  • Ofrecen su ayuda gratuita a la sociedad para saberse útiles de nuevo

  • Paco, periodista: "Queremos aportar lo mejor de nosotros, no poner la mano"

Foto y vídeo: CARLOS MÁRQUEZ

Si pasa por la calle Feria de Sevilla quizás se fijará en un banco de madera y en el lema que invita a sentarse en él: «En este banko sí se puede confiar». ¿Quiénes están detrás de este banko bueno, en su doble acepción y escrito con rebelde k? Hombres que tras caer en la indigencia han montado la Asociación Banko con un cambio radical de perspectiva:de recibir ayuda, a ofrecerla ellos. No quieren pedir más sino dar, gratis y sin intereses. A falta de dinero, ceden su tiempo y el sudor de su frente. El banco lo guardan de noche en la colindante casa donde viven acogidos por la Fundación Nueva Tierra y la Asociación de Voluntariado Social y Ecuménico Cristo Vive. Hasta llegar a este hogar donde se reconstruyen como personas han dormido en ambos bancos, los de los parques y los de los cajeros automáticos.

Nos reciben en la sobremesa del café. Son Paco Martín Romo, de 57 años, periodista nacido en Badajoz y curtido en Estados Unidos; Francisco Jesús Páez Báñez, de 22 años, estudiante del barrio de Los Pajaritos; Juan (prefiere que no salgan sus apellidos), italoargentino de 62 años, mecánico de coches; Rafael Fernández, 53 años, granadino, antiguo vendedor ambulante; Gregorio Muñoz Nisa, 53 años, de Llerena (Badajoz), presidente de Banko, con experiencia de albañil y rehabilitado de su vieja vida de toxicómano; Santiago Soto, 67 años, de León, pintor «de brocha gorda», y Juan Pérez, sevillano de la Macarena de 56 años, obrero al que la crisis dejó en paro.

Proyectos desde la nada

Paco Martín cuenta que perdió sus ahorros americanos al quebrar el fondo de inversión donde los depositó y al regresar a su país en 2008 le estalló en la cara la crisis española. «Nos hemos visto en situaciones límite, sin trabajo, sin casa, nuestras familias nos han abandonado de alguna manera. Al haber tocado ya fondo y como cada día es más difícil encontrar un trabajo, hemos pensado, ¿qué podemos hacer, aunque no tengamos dinero?: ayudar a otros sin recibir nada a cambio. Estamos en el fondo de la sociedad y queremos salir arriba con el altruismo. No queremos sólo recibir ayuda, sino darla».

Así, con la ayuda técnica de voluntarios como Joaquín Moreno, los indigentes (éstos y otros que no están hoy en la casa o que viven en otros centros) se han constituido legalmente como Asociación Banko, a la que cualquiera puede unirse como socio con una aportación simbólica mensual «del equivalente a cuatro cigarrillos o una cerveza: un euro». Se les puede contactar en Facebook y en la dirección asociacionbanko2014@gmail.com. El objetivo, explican, es ayudar gratis a cualquiera que llame a su puerta, por ejemplo una anciana que necesite que alguien le lleve la compra o un vecino que pida compañía para ir al médico. Además tienen un proyecto para ayudarse a sí mismos con el autoempleo, cultivando plantas medicinales y aromáticas en una parcela que la Fundación Nueva Tierra tiene en la aldea El Cañueño de la Sierra Norte, para venderlas (buscan distribuidor).

El nombre de Banko es, por supuesto, un irónico guiño verbal que juega con el doble significado del banco como objeto para sentarse y lugar donde se asienta el capital.

Testimonios

Gregorio cuenta: «Caí en el mundo de las drogas con 21 o 22 años. No podía estar con mi familia y me tuve que ir a la calle muchos años. Dormí en portales, en bancos. Estuve un tiempo en la cárcel y en otros centros. Hasta que vi la luz y me dije, tengo que cambiar, no quiero morir en la calle. Alguien puso en el camino esta casa». Ya lleva aquí 14 años.

Recuerda Santiago: «Estuve durmiendo en el parque de María Luisa por lo menos un año, enfrente de la plaza de España, en las pérgolas». Lo llevaron al albergue municipal y de ahí pasó a esta casa, donde sigue veinte años después. ¿Y su familia? «No tengo. Me crié en un colegio de huérfanos en León, me dijeron que mis padres murieron 'en un accidente de tráfico'». Tras hacer la mili como submarinista, con 25 años cayó en la indigencia y el alcoholismo. «No encontraba trabajo». Era la crisis económica de principios de los años 70.

Juan Pérez, con dos hijos y una nieta, se vio en la calle durante la crisis económica de nuestros días, en 2009, al seguir al trauma de su ruptura matrimonial el cierre de la fábrica donde trabajaba en Utrera como soldador de estructuras pesadas. «Éramos 600 trabajadores, en Carbonera Andaluza y Steel 2000. Caí en un hoyo muy grande y empecé a beber. Estuve nueve meses en la calle». Dormía junto al río en el paseo Juan Carlos I, en la Barqueta, en uno de los bancos de piedra corridos, del que se cayó una noche desde una altura de dos metros estando borracho. Despertó en el hospital Macarena con cuatro costillas rotas. Ese golpe y un hombre que le ayudó cuando mendigaba en la puerta de una iglesia le animaron a salir de la calle. Ahora hace trabajos ocasionales de jardinero y planea montar una revista informativa en la casa para aplicar su afición a las redes sociales, la cultura y las nuevas tecnologías.

Francisco José vivió desde los 15 años en un centro de acogida de menores tras un trauma familiar, y desde entonces ha encadenado pisos tutelados y habitaciones de alquiler o prestadas de las que se tenía que ir tarde o temprano. Ahora, tras hacer un curso como monitor para discapacitados, aspira a que esta casa, que conoció por Internet, se convierta en un hogar estable para sacarse el graduado de la ESO antes de volar solo.

Rafael estaba alcoholizado en la calle. «Iba a pedir al supermercado y me lo gastaba todo en beber y en vicio. Me llevaron al hospital con una borrachera muy grande. Una mujer me trajo aquí hace cuatro años». Le detectaron un cáncer de hígado. Moriría si no se lo transplantaban. Lo pusieron en lista de espera y al medio año llegó un órgano. Pero los médicos objetaron: si nadie lo cuidaba, tendrían que cederle el hígado a otro paciente para no malgastarlo. Trini, la trabajadora social de la casa, habló con el equipo médico para hacerse responsable. Le operaron y salvó la vida. «Si no fuera por el centro, no me habrían transplantado».

Paco, el periodista, apunta: «Me dicen en 2008 que me iba a ver así, y me harto de reír. No me lo habría creído». Pero llegados a este punto se están levantando, encima del banco: «Queremos aportar lo mejor de nosotros, no poner la mano».

Insisten al posar para la foto: quien necesite ayuda, que llame a la puerta de estos antiguos indigentes. El número de su casa en la calle Feria es fácil de recordar. El 112. Como el teléfono de emergencias.

Un Ferrari de mentira

«Mis cuatro hijos y mi señora creen que estoy trabajando en Citroën. No saben nada. En Facebook tengo las fotos con el Ferrari de un amigo de Italia. Todo mentira». Juan, de 62 años, tenía en Buenos Aires un taller de coches, otro de motos y un autoservicio, pero en 2002 perdió sus ahorros en el 'corralito' argentino. Emigró a Italia, donde trabajó siete años, y de allí se vino solo a Sevilla para trabajar en el taller de un amigo. Su amigo murió, el taller cerró y él se quedó perdido. Vendió su moto Honda 600 y su furgoneta para pagar el alquiler. Agotó sus fondos. Ha vivido el último año en la calle. «Estuve cinco meses durmiendo en los bancos de madera de la plaza Nueva. El problema era dormir, porque tenía ropa, comía en San Juan de Dios, gente del barrio me daba cosas. Me estaba habituando. Nunca pensé que era yo el que estaba en la calle, me veía desde afuera. Esto ni lo imaginé nunca que me podía pasar». Sara y Marisa, del Colectivo La Calle, lo trajeron a este hogar hace unos días. Dice Juan:«Como quieras que te traten, trata a los demás».



COMUNICACIÓN 
Convocatoria para promover e impulsar valores positivos desde los medios

El reportaje 'Indigentes de un banco bueno' de Eduardo del Campo, premio Periodismo en Positivo

  • La Asociación de Periodistas de Ávila concede el premio al periodista de EL MUNDO

El reportaje 'Indigentes del banco bueno', del periodista sevillanoEduardo del Campo y publicado el pasado 1 de septiembre en la edición andaluza de EL MUNDO, ha ganado la primera edición del premio Periodismo en Positivo que organiza la Asociación de Periodistas de Ávila.

El jurado ha valorado el ejemplo de superación personal de los protagonistas del reportaje, un grupo de indigentes sevillanos que deciden poner en marcha una asociación para ayudar a los demás.

"La historia de superación personal de este grupo de personas, que aparentemente no tienen nada, pero que están dispuestos a dar lo poco que tienen y que lo hacen con una actitud positiva, ha calado entre los miembros del jurado de este premio", aseguran desde la asociación que otorga el premio.

La intención de la convocatoria del premio es reconocer los mejores trabajos tanto impresos como digitales y de radio y televisión que, frente al contexto de crisis actual, promuevan, impulsen o apoyen valores positivos relacionados con el emprendimiento, la solidaridad, la innovación, el esfuerzo o la cooperación en cualquier ámbito. El premio está dotado con 1.000 euros.

El jurado, formado por miembros de la Asociación de Periodistas de Ávila, ha destacado no sólo la gran participación que ha cosechado este premio en su primera edición, habiéndose recibido más de 60 trabajos publicados en medios de comunicación de todo el país, sino también la calidad de los mismos, lo que ha hecho muy difícil la deliberación.

Por ese motivo, el jurado del Premio de Periodismo en Positivo concede también una mención especial al programa de RTVE 'La fábrica de ideas', espacio ideado y dirigido por los periodistas Raúl de Andrés y Daniel Manzano, que se emite en La 2 y que muestra el talento español en distintas vertientes.

La entrega del Premio de Periodismo en Positivo tendrá lugar el próximo 17 de diciembre a las 19,30 horas en el Parador de Ávila, con el que recientemente la Asociación de Periodistas de Ávila firmó un convenio de colaboración. Además de los premiados, al acto de entrega acudirá Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE).


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